martes, 28 de febrero de 2012


Pederastia y homosexualidad

De manera genérica, se considera abuso sexual infantil o pederastia  a toda conducta en la que un menor es utilizado como objeto sexual por parte de otra persona con la que mantiene una relación de desigualdad, ya sea en cuanto a la edad, la madurez o el poder. Se trata de un problema universal que está presente, de una u otra manera, en todas las culturas y sociedades y que constituye un complejo fenómeno resultante de una combinación de factores individuales, familiares y sociales. [...] Supone una interferencia en el desarrollo evolutivo del niño y puede dejar unas secuelas que no siempre remiten con el paso del tiempo.4
El abuso sexual constituye una experiencia traumática  y es vivido por la víctima como un atentado contra su integridad física y psicológica, y no tanto contra su sexo, por lo que constituye una forma más de victimización en la infancia, con secuelas parcialmente similares a las generadas en casos de maltrato físico, abandono emocional, etc. Si la víctima no recibe un tratamiento psicológico adecuado, el malestar puede continuar incluso en la edad adulta.
En su mayoría, los abusadores son varones (entre un 80 y un 95% de los casos) heterosexuales que utilizan la confianza y familiaridad, y el engaño y la sorpresa, como estrategias más frecuentes para someter a la víctima. La media de edad de la víctima ronda entre los 8 y 12 años (edades en las que se producen un tercio de todas las agresiones sexuales). El número de niñas que sufren abusos es entre 1,5 y 3 veces mayor que el de niños.
Los niños con mayor riesgo de ser objeto de abusos son:
aquellos que presentan una capacidad reducida para resistirse o para categorizar o identificar correctamente lo que están sufriendo, como es el caso de los niños que todavía no hablan y los que tienen retrasos del desarrollo y minusvalías físicas y psíquicas;
aquellos que forman parte de familias desorganizadas o reconstituidas, especialmente los que padecen falta de afecto que, inicialmente, pueden sentirse halagados con las atenciones del abusador;
aquellos en edad prepúber con claras muestras de desarrollo sexual;
aquellos que son, también, víctimas de maltrato.
Los abusos a menores de edad se dan en todas las clases sociales, ambientes culturales o razas. También, en todos los ámbitos sociales, aunque la mayor parte ocurre en el interior de los hogares y se presentan habitualmente en forma de tocamientos por parte del padre, los hermanos o el abuelo (las víctimas suelen ser, en este ámbito, mayoritariamente niñas). Si a estos se añaden personas que proceden del círculo de amistades del menor y distintos tipos de conocidos, el total constituye entre el 65-85% de los agresores.
Los agresores completamente desconocidos constituyen la cuarta parte de los casos y, normalmente, ejercen actos de exhibicionismo; sus víctimas son chicos y chicas con la misma frecuencia.
El 20-30% de los abusos sexuales a niños son cometidos por otros menores.
Es un acto considerado un delito por la legislación internacional y la mayoría de los países modernos, aunque no siempre haya una correspondencia entre el concepto psicológico y el jurídico del problema y no exista consenso sobre los procesamientos jurídicos de los abusadores.

Pederastia y homosexualidad
Federico Gómez Pardo
De un interesante estudio del prestigioso psicólogo forense alemán, Hans Kröber, el cual se declara ateo, éste deduce y afirma que “el celibato no causa la pedofilia” puesto que el porcentaje de pederastia en sacerdotes y religiosos, que establece según las estadísticas en un 0,04 %,  es incluso menor que el que se da entre los heterosexuales de otras profesiones o al de la población global.
También afirma: “Los problemas que tiene ahora la Iglesia católica son problemas de sacerdotes homosexuales que no son capaces o no quieren vivir la abstinencia sexual”. Efectivamente; es sabido que en más del 90 % de los casos de pederastia, las agresiones sexuales se realizan a niños y adolescentes varones, lo que demuestra que está íntimamente ligada a la homosexualidad. No obstante, en lo mucho que se está escribiendo estos días sobre el tema, siempre se relaciona la pederastia con la circunstancia de ser los agresores sacerdotes o religiosos, y nunca con su condición homosexual. Pero, claro está, el poner de manifiesto algo peyorativo sobre la homosexualidad no es políticamente correcto y quien tal cosa haga puede ser acusado de homofobia; en cambio el cebarse con la Iglesia es más progresista, tiene más morbo y vende más.
Hispanidad, viernes, 03 de junio de 2005

 
Sr. Director:
La Dra. Judith A. Reisman, ex profesora de investigación de la American University, veterana investigadora de la pornografía y testigo en calidad de experta ante la comisión sobre la pornografía del fiscal general de Estados Unidos, ha llegado a conclusiones alarmantes respecto del vínculo entre la actividad homosexual y la pederastia (o pedofilia). La agencia noticiosa electrónica WorldNetDaily informó sobre la investigación de la Dra. Reisman en el número de octubre del 2001 de su revista.
Contrariamente a la postura difundida por activistas a favor del homosexualismo, la Dra. Reisman dice que los estudios realizados en torno al tema demuestran que los que practican una conducta homosexual son más propensos a maltratar sexualmente a los niños. Un número significativo de hombres que practica el homosexualismo recluta varones menores de edad, práctica que se ha facilitado debido a la “educación” sexual hedonista que se imparte en muchas escuelas públicas de Estados Unidos y a programas “educativos” eufemísticamente llamados “programas de diversidad”, que les enseñan a los escolares a considerar el homosexualismo como algo normal y aceptable, dice Reisman.
La Dra. Reisman llevó a cabo dos estudios científicos: Crafting Gay Children: An Inquiry into the Abuse of Vulnerable Youth Via Establishment Media and the School Room (“Niños homosexuales producto del artificio : Una investigación del maltrato de la juventud vulnerable a través del establishment de los medios de comunicación y del aula escolar”, traducción libre) y Partner Solicitation Language as a Reflection of Male Sexual Orientation (“El lenguaje seductor como reflejo de la orientación sexual masculina”, traducción libre). Ambos estudios constituyen un seguimiento a la labor de investigación que Reisman comenzó con su estudio Kinsey: Crimes and Consequences (“Kinsey: crímenes y consecuencias”). El Dr. Alfred C. Kinsey, cuya ideología sexual ha sido objeto del estudio de Reisman, ha sido uno de los principales responsables de la difusión de un relativismo sexual que incluye la aceptación solapada del homosexualismo y de la pedofilia, relativismo que ha influido mucho en la “educación” sexual hedonista en Estados Unidos durante las últimas tres décadas.
La investigación de Reisman, que se ha basado en estadísticas del gobierno obtenidas en 1992, señala que el 9% de entre 86 y 88 millones de hombres heterosexuales maltrató sexualmente a 8 millones de chicas menores de 18 años, lo cual constituye el 25% de todas las chicas de esa edad. Un porcentaje no determinado de hombres que practican el homosexualismo maltrató de 6 a 8 millones de chicos menores de 18 años, lo cual constituye del 17 al 24% de todos los chicos de esa edad. Ello implica que de 3 a 4 chicos son víctimas del maltrato homosexual por cada hombre que practica el homosexualismo. Sólo 0.09 chicas son víctimas de maltrato sexual por parte de un hombre heterosexual, lo que significa que el promedio de dicho maltrato es que 1 de cada 11 hombres heterosexuales maltrata sexualmente a una chica menor de 18 años.
La Journal of the American Medical Association, la revista de la Asociación Médica de Estados Unidos, publicó los siguientes datos que vienen a corroborar los hallazgos de Reisman: el 50% de las víctimas masculinas del SIDA informaron que, cuando había cumplido los 16 años, ya había tenido relaciones sexuales con un hombre adulto y el 20% de las mismas informó que, cuando había cumplido los 10, también ya había tenido este tipo de relaciones con un hombre adulto.
Hay otros estudios que también corroboran las afirmaciones de Reisman. A continuación sintetizamos los resultados en cuanto al porcentaje de personas que practican el homosexualismo que son pederastas:
-- 36% (Journal of Sex & Marital Therapy, K. Reund et al., 1984).
-- 33% (Eastern Psychological Assoc. Convention, Nueva York, Dr. Raymond A. Knight, 1991).
-- 22% (Journal of the American Medical Association, J. Wassermann, et al., 1984, 1986).
-- 42% (Journal of Interpersonal Violence, W. L. Marshall et al., 1991).
-- 60% (Psychiatric Journal, University of Ottawa, J. W. Bradford et al., 1988).
Fuentes: “Links Between Homosexuality and Pedophilia,” LSN.ca, Nueva York, 6 de octubre del 2001. Dr. Paul Cameron, “Child Molestation and Homosexuality,” Family Research Institute.
Antonio Saiz Ayala
La homosexualidad (del griego ὁμο, homo «igual», y del latín sexus «sexo») es una orientación sexual y se define como la interacción o atracción sexual, afectiva, emocional y sentimental hacia individuos del mismo sexo. Etimológicamente, la palabra homosexual es un híbrido del griego homós (que en realidad significa «igual» y no, como podría creerse, derivado del sustantivo latino homo, «hombre») y del adjetivo latinosexualis, lo que sugiere una relación sentimental y sexual entre personas del mismo sexo, incluido el lesbianismo.
A pesar de que el término gay (que en inglés anticuado significa «alegre») suele emplearse para referirse a los hombres homosexuales y el término lesbiana para referirse a las mujeres homosexuales, gay es un adjetivo o sustantivo que identifica a las personas homosexuales sin importar su género. Desde 1973, la comunidad científica internacional considera que la homosexualidad no es una enfermedad. Sin embargo, la situación legal y social de la gente que se autodenomina homosexual varía mucho de un país a otro y frecuentemente es objeto de polémicas.
El término homosexual fue empleado por primera vez en 1869 por Karl-Maria Kertbeny, pero fue el libro Psychopathia Sexualis de Richard Freiherr von Krafft-Ebing el que popularizó el concepto en 1886Desde entonces, la homosexualidad se ha convertido en objeto de intenso debate y estudio: inicialmente se catalogó como una enfermedad, patología o trastorno que había que curar, pero actualmente se entiende como parte integral necesaria para comprender la biología, genética, historia, política, psicología y variaciones culturales de las identidades y prácticas sexuales de los seres humanos.
En conclusión no por ser una persona homosexual puede ser un pederasta. Esto depende de los actos y siendo que tanto una persona heterosexual puede abusar de menores un homosexual también puede el no hacerlo y por lo mismo es un término que se confunde mucho y se va de la mano con él. Pero no siempre es la misma situación

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